Hace catorce años fui[a] llevado hasta el tercer cielo. Si fue en mi cuerpo o fuera de mi cuerpo no lo sé; solo Dios lo sabe. 3 Es cierto, solo Dios sabe si estaba yo en mi cuerpo o fuera del cuerpo; pero sí sé 4 que fui llevado al paraíso y oí[b] cosas tan increíbles que no pueden expresarse con palabras, cosas que a ningún humano se le permite contar. -- 2 Corintios 12:2-4
Siempre que leo ese texto pienso en qué clase de experiencia debió haber tenido el apóstol Pablo y si esa experiencia fue orando. No dudo que haya sido orando. Pablo era un apóstol, y siguiendo el ejemplo del maestro Jesús tenía que orar. Otro ejemplo similar lo vemos en el apóstol Pedro que mientras oraba tuvo una visión que lo llevó a predicar le por primera vez a los gentiles (Hechos 10).
La Biblia abunda en casos de hombres que oraron y que tuvieron visiones y revelaciones. También se mencionan casos de hombres que oraron y recibieron respuestas de parte de Dios y escucharon la voz audible de Dios. ¿Cómo se puede llegar a ese nivel de oración?
Cuando yo era joven recuerdo que la primera vez que fui a un retiro. No encontraba que hacer. Después de 5 a 10 minutos de haber orado me senté me puse a hojear páginas de la Biblia me puse a leer el expositor y a mirar a los hermanos que oraban y a mirar para todas partes. Me paraba y caminaba de un lado a otro y me arrodillaba para orar para levantarme nuevamente al par de minutos. Durante todo ese retiro noté que mi pastor estuvo todo el tiempo arrodillado orando y cuando digo todo el tiempo me refiero las 8 horas que duró el retiro. Yo quería aprender a orar así. Para ese entonces yo veía la oración como algo que se hace. Algo que era parte de una rutina. Con el tiempo aprendí que la oración es una conversación con Dios. En ocasiones esa conversación se puede volver personal pero en otras se puede volver toda una experiencia espiritual.
Regresando a la oración y la experiencia que tuvo el apóstol Pablo, no fueron pocas las veces en las que se menciona que cuando los cristianos oraban el espíritu les hablaba (Hechos 13:2). Si por algo se distinguía la iglesia primitiva era porque eran gente que pasaban mucho tiempo orando y orar es hablar con Dios y hablar con Dios conlleva que en algún momento Dios va responder. Dios puede responder de distintas maneras. Puedes contestar al momento cómo pasó cuando la iglesia oro por Pedro cuando estaba encarcelado y fue liberado(Hechos 12:5). En otras ocasiones puede suceder que Dios conteste después de un largo tiempo cómo pasó con la mujer del flujo de sangre que llevaba 18 años padeciendo de esa enfermedad. Pero hay ocasiones en las que se dan experiencias como las que pasó el apóstol Pedro cuando oraba y vio la visión del lienzo (Hechos 10) y apóstol Pablo cuando oraba y fue hasta el tercer cielo.
Lo que pasa cuando se ora
Hace varios años atrás escuché por primera vez el término
neuroteologia. Pensé que era otra moda más de esas que han llegado al cristianismo para hacer algo llamativo y atraer gente y venderle productos. Pero la neuroteologia es un campo serio de estudio qué se dedica a estudiar la conexión cerebral de las personas cuando están orando y cuando están haciendo otras actividades espirituales.
The God Spot
Durante muchos años de estudios se ha hallado que el cerebro de las personas que oran cambia. Hay una áreas llamadas "The God Spot" que se activan en esas personas. Nuestros cerebros tienen la capacidad de moldearse de acuerdo a las actividades que hagamos rutinariamente. Es lo que se conoce como neuroplasticidad. Por ejemplo un estudio llevado a cabo en taxistas de Londres halló que su cerebro tienen más desarrollada el área dedicada a la memoria qué otras áreas. Los taxistas de Londres tienen que pasar un examen muy riguroso para obtener su licencia en ese examen tienen que memorizarse varias rutas y decirlas de memoria para encontrar la ruta más corta de un lugar a otro. Los cerebros de personas que se dedican a la gimnasia desarrollan el área dedicada al control muscular. Pero los cerebros de las personas que se dedican a orar tienen un cambio muy distinto.
Diversos estudios en neuroteologia han hallado que cuando las personas oran hay áreas que se activan y un área que se desactiva. El área que se dedica a la concentración tiende activarse y el área que se dedica a procesar la percepción de nuestro alrededor tiende a atenuarse o desactivarse cuando se está orando intensamente. Resulta curioso que el área que se desactiva es la que tiene que ver con como percibimos el mundo. Orar es hablar con Dios por lo tanto si se activa el área de concentración y se desactiva el área de percepción quiere decir que nuestro cerebro están preparados para conectarnos con Dios y desactivarnos del mundo cuando lo buscamos de corazón.
Tipos de oraciones
Hay distintos tipos de oración. Está la oración rutinaria. Estas son las oraciones que a veces se repiten y a las que Jesús nos ordenó evitar (Mateo 6:7). Cuando uno ora uno está conversando y en una conversación uno no repite lo mismo una y otra vez por lo tanto las áreas del cerebro que se activan en el tipo de oración que eleva a uno no se activan cuando se está repitiendo.
Hay otro tipo de oración que se conoce como la oración profunda. Hay una experiencia conocida como la zona qué es ese momento cuando estamos haciendo algo y nos concentramos tanto que desconectamos todo lo demás. Cuando nos hacemos productivos y el trabajo fluye qué tipo de oración es la que cuando uno Ora y termina se sorprende de cuánto tiempo pasó.
Pero hay un tipo de oración qué es la que eleva a uno y conecta a Dios. Es esa oración que se da cuando estamos orando intensamente. Ese tipo de oración puede comenzar como una oración rutinaria convertirse en una oración profunda y llegar al nivel de una oración que eleva. Es el tipo de oración en donde las áreas cerebrales que describí anteriormente se activan y se desactivan. Ese tipo de oración es la que tuvo Pablo la que tuvo Pedro que lo llevó a ver visiones. Ese es el tipo de oración que llevaba a cabo la iglesia cuando escuchaba la voz del espíritu Santo.
¿Cómo orar a ese nivel?
Jesús dió el elemento clave para lograr esa conexión, tiempo. Hay que dedicar tiempo a orar. Cuando Jesús regañó a sus discípulos porque no podían orar al menos una hora dió la clave necesaria para lograr la oración que conecta, esa oración que desconecta del mundo y conecta con Dios, hablo de tiempo. Los estudios que se han llevado a cabo en las personas que oran y sus cerebros se moldean para sintonizar a Dios tienen en común que oran más de una hora al día.
Si se quiere ser bueno en algo hay que dedicarle tiempo. Regresando a la anécdota con mi pastor que pasaba horas orando. Un día le pregunté cómo podía hacerlo. Me dijo que hiciera una "oración sistemática". Orar por cada persona una cierta cantidad de minutos. Luego orar por ministerios, situaciones, dedicar un tiempo a adorar. Me dijo que hiciera una lista y usara un reloj para llevar el tiempo. Al principio era algo mecánico pero luego pude orar más tiempo y llegar a ese nivel de oración que eleva. No he tenido visiones como Pablo o Pedro pero si me he sentido mejor mentalmente y espiritualmente. Eso funcionó para mí. ¿Que funciona para tí?