Bajo la Ley había un sistema de sacrificios donde cada persona se presentaba ante el sacerdote y llevaba sacrificio. Se llevaba alguno de los animales que disponía la ley. Los sacerdotes tenían una porción que les era dada y no podían tomar más de eso. Ellos estaban para ministrar, no para enriquecerse. Pero en un momento dos sacerdotes que eran hijos de Elí comenzaron a corromper el sistema y tomaban para ellos lo que le correspondía a Dios:
¿Por qué habéis hollado mis sacrificios y mis ofrendas, que yo mandé ofrecer en el tabernáculo; y has honrado a tus hijos más que a mí, engordándoos de lo principal de todas las ofrendas de mi pueblo Israel? 1 Samuel 2:29
Los hijos de Elí pagaron por lo que hicieron con sus vidas.
Hoy día hay pastores, evangelistas y ministros que están haciendo como los hijos de Elí. Estan tomando de las ofrendas para ellos. Se están enriqueciendo. Están figurativa y en algunos casos literalmente engordando. Hoy día no se ofrecen animales en sacrificio. Se dan ofrendas en dinero. Pero el problema sigue. Hay pastores engordando. Engordan sus cuentas de banco y dejan desamparados a aquellos a quienes Dios mandó a alimentar, vestir, y ayudar (Mateo 25:35-37) Están acumulando dinero contrario a lo que mandó Jesucristo (Mateo 6:19-21).
El pecado de los hijos de Elí continúa. Lo heredaron pastores que han perdido de vista para lo que fueron llamados y en vez de servir se están sirviendo y se sirven con la cuchara grande.
Oremos para que regrese la cordura y la honestidad a los altares.
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