miércoles, 1 de febrero de 2023

No es hora de echar el esquife

Hace varios años atrás yo iba de pasajero en un carro cuando de momento, comenzó a entrar humo. El chófer comenzó a moverse a un lado de la carretera para detenerse. Yo no esperé y salté por la ventana y caí en la calle. Mi preocupación por temor a quemarme en un incendio superó mi sentido común. Gracias a Dios no me lastimé. El chófer se bajó luego de estacionarse y nos alejamos del carro que solo se le quemó el motor.

Bajo situaciones de emergencia se recomienda mantener la calma. Es más fácil decirlo que hacerlo porque el instinto humano es de preservar la vida y correr o pelear es la respuesta automática. Pero por eso se hacen simulacros, para programarse y no ceder al pánico cuando ocurra la emergencia. 


El apóstol Pablo estaba en un barco en ruta a Roma cuando los sorprendió una tormenta. Aquella tormenta los azotó por varios días y ya muchos estaban perdiendo la esperanza de volver a vivir. Pero mientras unos perdían la esperanza otro se desesperaban e iban a hacer algo al respecto. 


Entonces los marineros procuraron huir de la nave, y echando el esquife al mar, aparentaban como que querían largar las anclas de proa. Pero Pablo dijo al centurión y a los soldados: Si estos no permanecen en la nave, vosotros no podéis salvaros. (Hechos 27: 30,31)

El esquife es el nombre con el que se conocía antes a las naves de salvamento. Aquí hay varias lecciones. La tormenta los había azotado por catorce días. Los marineros querían salvar su vida pero Pablo les dice que si se van morirán y también morirá la gente en la nave. 

En medio de un proceso de prueba hay veces que queremos salir corriendo y liberarnos. Eso nos aliviará la carga y el sufrimiento. Pero si escapamos no terminaremos la prueba. A veces Dios nos hace pasar por pruebas fuertes y si nos salimos antes de tiempo perderemos una lección. Pero peor aún es que si alguien está viendo nuestra prueba y pudo haber aprendido algo, nuestra salida prematura puede causarles daño también. 

Hay que pasar el proceso, aceptarlo hasta el final. Es cierto que duele y mortifica pero al final veremos la recompensa. ¿Alguna vez se ha preguntado que habría pasado con José si hubiera escapado de la cárcel de Egipto? Tal vez se habría salvado pero sin haber nadie para revelar los sueños de los presos y que uno de ellos le contará al Faraón habrían pasado hambre y muerte toda la nación de Egipto y toda la familia de José. 

No es hora de echar el esquife al mar.  Pidámosle a Dios que nos dé fuerza en medio de éste proceso. El Salmo 23 dice que aunque ande en valle de sombra de muerte Dios está ahí con nosostros (23:4). 

No es hora de echar el esquife al mar.  Aquellos cuatro jóvenes que fueron echados al horno de fuego salieron ilesos y Dios los guardó. 

No es hora de echar el esquife al mar. Jesús sudó gotas como de sangre en Getsemaní pero al final resucitó y nos dió la esperanza de vida a nosotros. 

Hermano y amigo, no eches el esquife al mar. Estás en una tormenta y el barco de tu vida se está  moviendo de un lado a otro. Pero Dios no va a permitir que sufras daño. Al final todos se salvaron y llegaron a la isla de Malta mojados y con hambre pero se salvaron y tuvieron historias que contar y sobre todo pudieron dar gracias a Dios por sus vidas. 

Díos te bendiga. 

2 comentarios:

  1. Gracias por ese mensaje. De verdad que es un alerta para todos. Ah...y gracias por postear que no lo habías hecho

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  2. Saludos. Hermano Ali. Gracias por la visita.

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