domingo, 29 de septiembre de 2024

Aplausos o bofetadas

Bienaventurados seréis cuando por mi causa os insulten, os persigan y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. Gozaos y alegraos, porque vuestra recompensa es grande en los cielos, pues así persiguieron a los profetas que vivieron antes de vosotros.
Bienaventurados cuando digan todo mal contra vosotros mintiendo (Mateo 5:11,12)

Hace varios años atrás ví aquella noticia cuando Marcos Witt se convirtió en el primer cristiano hispanohablante en ganar un Grammy. Fue algo histórico.Recuerdo como  ésto se celebraba como un gran hito en el Cristianismo. Los medios  reportaban y en algunas iglesias celebraban. Para mí fue causa de preocupación y una señal más de como la iglesia está decayendo. 

Cuando estudié historia de la iglesia recuerdo que hasta hace poco (el siglo 20) el mensaje del evangelio cumplía con lo que enseña la Biblia. Los sermones e himnos se hacían para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia (2 Timoteo 3:16,17). Ninguna de esas acciones arranca aplausos de la gente pues todas van dirigidas a cambiar a la persona para que se acerque a Dios. Acercarse a Dios es alejarse del mundo, es ir contra el mundo es ser visto como enemigo del mundo. Jesús dijo que el mensaje provocaría conversión o enojo y que seríamos perseguidos, calumniados e incluso asesinados por causa del evangelio (Mateo 5:11,12). El Maestro recibió múltiples bofetadas cuando predicó (Mateo 26:67). El apóstol Pablo  también recibió un bofetón por predicar la verdad (Hechos 23:2). Estos dos ejemplos  eran indicativos que del mundo se supone que recibamos bofetadas no aplausos. 

Cuando estudié historia de la iglesia leí que durante los primeros siglos el Cristianismo tenía un mensaje que provocaba conversión u hostilidad. Muchos cristianos murieron en hogueras, arrojados a los leones, asesinados, desterrados. En un momento tuvieron que esconderse en catacumbas para sobrevivir. Ningún cristiano que predicara el evangelio como está mandado recibía reconocimientos. Ser reconocido por el mundo es ser amigo del mundo y ser amigo del mundo es ser enemigo de Dios.(Santiago 4:4). La iglesia primitiva, la iglesia en sus primeros siglos tenia claro que iba a ir contra la corriente y las heridas, persecuciones y bofetadas del mundo eran sus medallas de reconocimiento. Pero algo cambió a finales del siglo 20. 

El siglo 20 vio el nacimiento del evangelio popular. Nacieron los predicadores carismáticos que llenaban megas Iglesias. Nacieron los artistas cristianos que cambiaron el enfoque de las alabanzas. Ahora las composiciones se hacían para entretener no para adorar a Dios. La meta era sonar más, ocupar los primeros lugares en las listas. Los himnos educativos fueron sustituidos por canciones entretenidas. El enfoque era sonar bien no llevar bien el evangelio. La iglesia comenzó a sentir un alivio de las bofetadas y ahora las manos del mundo que herían la cara en señal de rebeldía aplaudían a los cantantes en señal de apoyo y complacencia. La iglesia está sonando en armonía con el mundo y ya no es esa nota discordante que llamaba la atención sobre el pecado y apuntaba a Cristo como la solución. Es cierto que queda un remanente pero ha sido ahogado por esa mayoría que en busca de aplausos se ganó la amistad del mundo. 

Que gran contraste hay entre los apóstoles de antaño con los falsos apóstoles y "salmistas" de hoy día. Cuando el apóstol Pablo predicaba dió un listado de las cosas que sufría por decir las cosas tal y como Cristo mandó. Fue azotado, encarcelado, estuvo en peligro de muerte, apedreado, naufragado, asaltado, perseguido por su gente, rechazado, difamado por falsos hermanos, padeció hambre, sed, frío y desnudez (1 Corintios 16:23-29). En ningún momento se registra a Pablo recibiendo un premio de manos del mundo y es porque el mensaje que predicaba era el mensaje puro que confrontaba al mundo, no el que entretenía. 

Nunca voy a olvidar a un misionero llamado Manuel Zuñiga que dijo en un mensaje que el mensaje del evangelio convierte o enoja pero no deja a la persona igual. Llevando eso a las manos digo que el mensaje del evangelio provoca bofetadas o que se levanten las manos en señal de adoración y arrepentimiento. Si provoca aplausos no es evangelio. La iglesia debe retomar ese evangelio que recibía bofetadas, no aplausos. Esos aplausos del mundo están ensordeciendo los oídos de los siervos y no los dejan escuchar el mensaje de Dios. 

Oremos para que cesen los aplausos.