Padres, no exasperéis a vuestros hijos, para que no se desalienten. Colosenses 3:21 Hace un tiempo atrás estaba en una actividad de jóvenes de la iglesia. La persona que estaba hablando mencionó algo que hizo que todos los jóvenes respondieran con aprobación. Esa persona dijo "Los regaños de los padres no son molestos, lo que molesta es cuando siguen, y siguen, y siguen..."
Hoy en mi reflexión del domingo quiero hablarle a los padres y a los futuros padres.
Voy a compartir algo personal de lo que me siento avergonzado hasta el día de hoy. De los tres hijos que tengo he hecho llorar a dos. No me refiero a hacerlos llorar cuando tuve que en algún momento corregirlos, en ese caso los tres lloraron. Me refiero que dos de ellos lloraron porque yo me ponía a exigirles demasiado. Hubo un momento en el que cometí el error de exigirles tanto que la frustración los llevó a llorar. Ayer recordaba con mi esposa uno de esos momentos y al día de hoy todavía me siento mal. A ambos les pedí perdón y dejé que fueran progresando a su paso. Hoy día tengo tres hijos que trabajan y están camino a la independencia (no política sino personal).
Mientras meditaba en el texto que compartí al principio dos palabras de ese texto me llamaron la atención "exasperéis" y "desalienten".
Exasperar
La palabra exasperar significa enfurecer a alguien hasta que pierda la paciencia. Cuando uno mira el texto en el grigo original la palabra que se tradujo como exasperar era "erethizō" que literalmente significa "estimular de manera prolongada o provocar de manera prolongada".
Pero "erethizō" es una forma prolongada de otra palabra griega, "eris" que literalmente significa "discutir, debatir".
Desaliento
El riesgo de exasperar es que conduce al desaliento. La palabra griega que se traduce como desaliento en ese texto es "athymeō" que literalmente se traduce como "romper el espíritu" "desanimar". En otras palabras frustrar.
Vamo' a calmarno'
Así que El apóstol Pablo le aconseja a los padre a que lo cojan suave con sus hijos.
La navaja de Occam
Hay un principio en la filosofía llamada "la navaja de Occam" que dice que si algo se puede explicar de una manera simple no lo hagas de manera compleja; y si ya dijiste algo una vez no hace falta repetirlo. En el contexto familiar los padres tenemos que aprender a aplicar ese principio.
Obediencia instantánea
Como padres a veces queremos que las cosas se hagan al momento, instantáneamente. Mire, a menos que lo que usted esté solicitando sea algo que requiere urgencia pídale lo que sea a su hijo una vez. Si su hijo le responde "ajá", "okey", "ya voy" pues quiere decir que escuchó el mensaje. Déle tiempo para que lo haga. Si usted tiene a sus hijos como soldados en un campamento que deben obedecer instantáneamente eso les causa tensión. Tal vez no se lo digan porque no todos los hijos se expresan pero de que lo sienten lo siente. Medite si es usted de esos que quiere las cosas al momento. Si su hijo dice que lo va a hacer y no lo hace dentro de un tiempo razonable entonces repita.
Regañar, regañar, regañar, regañar, regañar, REGAÑAR...
Si algo hay que molesta a cualquier ser humano son las cantaletas. Y en esto las madres son más cantaleteras que los padres y no me digan que no si sí. Un hijo hace algo y le llamamos la atención pero seguimos repitiendo lo que hizo mal, y entonces nos ponemos a hablar de lo que pudo haber pasado, lo mucho que cuesta esto, lo peligroso que fue tal cosa, que si el hospital, que si el riesgo, que bla, bla blá, bla bla blá blá...
Recuerde la navaja de Occam si ya le llamó la atención una vez y le advirtió las consecuencias eso es suficiente. ¿Usted sabe que una vez escuche a un muchacho decir que prefería que le dieran un cantazo a escuchar una cantaleta? Así de mucho molestan las cantaletas hermanos.
Expectativas
No solo la exigencia exagerada ni las cantaletas con cosas que desalientan a los hijos. También están las expectativas demasiado altas. El esperar de ellos que hagan cosas que nosotros no logramos a su edad es una de las peores cosas que se pueden hacer. Tampoco los compare a usted diciendo "a tu edad yo..."
Nuestros hijos son seres humanos. No todos aprenden de la misma manera ni todos obtienen los mismos logros. A veces harán cosas bien y a veces se equivocarán. Pero sobre todo NUESTROS HIJOS NO SON COMO NOSOTROS. Uno quiere que sean como uno pero eso es imposible además de frustrante e irreal.
Hace un tiempo atrás conocí una madre que quería que su hijo sacara "A" en todas las evaluaciones. Si sacaba una A pero cometía un error de uno o dos puntos se lo reprochaba. Un día tuve que aconsejarla y decirle que no midiera a su hijos por las notas que sacara y que no le pusiera tanta presión porque a veces en los exámenes cuando me veía corrigiendo me miraba asustado y cuando le daba la nota respiraba de alivio. Eso no es aprender.
No espere de sus hijos que sean perfectos, usted no es perfecto, ¿porque exigirles a ellos algo que usted no es? Si, esperamos lo mejor de ellos pero si se esforzaron y trataron hay que felicitarlos por lo que lograron y estimularlos a que continúen así.
El delicado balance...
Con esto que escribí no estoy diciendo que se eche para atrás y no intervenga en la vida de sus hijos. Ser padre es saber mantener ese delicado balance entre estimularlos para que se muevan y dirigirlos en la dirección correcta y si vemos que van muy ligero llevarlos al paso correcto y si vemos que está en un riesgo advertirles y en ocasiones intervenir para que no se hagan daño. SER PADRE NO ES FÁCIL pero tenemos una guía en la Biblia que nos puede ayudar, el libro de Proverbios. Pruébelo...
Dios les bendiga.