domingo, 11 de diciembre de 2016

No te dejes intimidar



y dile: Guarda, y repósate; no temas, ni se turbe tu corazón a causa de estos dos cabos de tizón que humean, por el ardor de la ira de Rezín y de Siria, y del hijo de Remalías. Isaías 7:4


Una de las primeras cosoas que hace la policía antimotines antes de intervenir con una grupo es ponerse en formación y chocar sus macanas contra los escudos en un ritmo al unísono. Cuando un boxeador u otro deportista se va a enfrentar a otro comienza a hacer movimientos demostrando sus habilidades y una vez se enfrenta usa su peor mirada. En ambos casos la idea es intimidar.


Intimidar es infundir miedo mediante actos, amenazas, amagues. El que quiere intimidar busca que la otra persona pierda su concentración y se debilite mentalmente. Nada otorga una ventaja como tener a la otra persona desanimada sin ganas de pelear o con miedo.


Al rey de Israel le había llegado noticia de que dos naciones se habían unido para luchar en su contra. Dos contra uno es razón para preocuparse. Estaba intimidado a causa de sus enemigos. En cualquier situación donde se está en desventaja lo prudente es presentar condiciones para negociar o rendirse. Pero Dios envía un mensaje y se refiere a esas dos naciones como "cabos de tizón que humean". O sea, ante Dios eran dos pedazos simple de madera que ya se habían quemado y les quedaba poco, no era mucho lo que iban a hacer.


El rey veía dos naciones poderosas en alianza, Dios veía unos insignificantes tizones. A Dios no lo intimida el tamaño, la fuerza, la habilidad, Dios es todo poderoso. Si usted es hijo de Dios y obedece sus mandamientos a usted no lo debe intimidar nada. Sus enemigos y circunstancias podrán hacer de todo para intimidarlo pero usted y yo permanecemos tranquilos.


Hay una historia japonesa de un samurai que iba a enfrentarse en un duelo contra un maestro del te que no tenía experiencia. El maestro del te tenía miedo y fue a buscar otro samurai para pedirle que lo ayudara. El samurai le dijo: "Tú eres el mejor maestro del te que hay. Párate frente a él con la misma confianza que tienes al servir el te en tu casa. Siente esa misma confianza y no dejes que nada de intimide." El maestro del te se presentó al duelo y comenzó a pensar en su arte y lo bien que lo dominaba. El samurai que lo había retado vio la seguridad que demostraba el maestro del te y desistió del duelo."


Ante la intimidación lo que más funciona es la confianza, no demostrar miedo. El enemigo quiere que demuestres miedo pero recuerda, a ti te va a defender Jehová de los ejércitos ante cuyos ojos ese enemig, esa circunstancias, esa situación no es más que un mero tizón humeando.


Dios te bendiga. Paz.



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